La voluntad es esencial para resolver situaciones en nuestro día a día. La voluntariedad, muestra la intención de resolver un problema y de cómo resolverlo.
Es un aspecto a tener en cuenta cuando queremos resolver un problema que ha surgido con alguien. Por tanto, en los procesos de mediación, es considerado un principio para intentar que las partes puedan alcanzar por sí mismas un acuerdo sostenible para todas las partes.
En la mediación, la voluntariedad, puede ser por un lado, de las partes, quienes podrán retirarse del proceso cuando lo consideren oportuno. Y por otro lado, puede ser por parte del mediador, quién estima según las circunstancias del caso, que no es probable continuar con el proceso por falta de colaboración de las partes para llegar a acuerdos que satisfagan a todas las partes involucradas, o por el contexto en el que se ha desarrollado la situación.
Como ya hemos señalado en otras ocasiones, el proceso de mediación debe basarse en la buena fé, y por tanto, se sostiene principalmente porque hay voluntad de las partes. Voluntad de resolverlo con soluciones viables para todas las partes enfrentadas.
Además, no hay que olvidar que como en todos los procesos, se pasa por fases distintas en las que los intereses de las partes pueden ir variando, por lo tanto la voluntad inicial puede ir variando llegando a abandonar el proceso o por el contrario, implicándose aún más en la resolución. Por lo tanto, concluimos que la voluntad es protagonista en todas las fases del proceso.
A pesar de ser el mediador quien guía y organiza el proceso, esto no influye en la voluntad de las partes, sino que sirve además de garantía para el buen funcionamiento de la mediación y los acuerdos alcanzados. Y consideraremos estos acuerdos, la manifestación más amplia del principio de voluntariedad.
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