A las personas nos gusta leer y escuchar opiniones que coinciden con las nuestras, opiniones que compartimos y con las que nos identificamos. Generalmente, de manera inconsciente buscamos y favorecemos la información que nos sirve para confirmar nuestras opiniones, creencias o hipótesis. Los llamados sesgos de confirmación están presentes en nuestro día a día, tendemos a comportarnos y a seleccionar la información de tal manera que nuestras expectativas se cumplan y solemos evitar prestar atención a las evidencias que puedan poner en duda o contradecir nuestra propia postura.

Los sesgos de confirmación forman parte de nuestras vidas, tendemos a relacionarnos con personas con los que compartimos valores, creencias o gustos, leemos la prensa con la que más nos identificamos ideológicamente y a menudo recurrimos a ellos a la hora de tomar decisiones. Es un recurso al que recurrimos de forma inconsciente como una forma de reafirmarnos y de obtener seguridad en nosotros mismos.

Pero a pesar de la utilidad o función que puedan tener en muchos momentos, la realidad es que cuando nuestras hipótesis o creencias están basadas en prejuicios o atribuciones erróneas, suponen un elemento de riesgo que pueden derivar en conflictos.

¿Somos conscientes de cuándo buscamos esta confirmación en nuestras relaciones inter-personales? ¿Nos damos cuenta de cuándo o cuanto lo hacemos con nuestras parejas, con nuestros hijos o hermanos? ¿Y en el trabajo?

¿Cuántas veces hemos condicionado con nuestra propia conducta la conducta del otro, llevándolo precisamente a la posición en la que inconscientemente queríamos situarlo y así confirmar nuestra hipótesis? ¿Cuántas veces hemos visualizado el final de una escena cotidiana y hemos esperado al momento exacto en el que ocurra lo que “sabíamos” que iba a ocurrir para dar la respuesta que teníamos preparada?

Cuantos detalles, cuanta información importante dejamos pasar sin prestarle la atención que merece por la necesidad de demostrar que nuestras creencias son ciertas, por demostrarnos que tenemos razón.