Quizás hemos oído a menudo la expresión “sin orden ni concierto”, pero si lo trasladamos a las reuniones de equipo en nuestras empresas, podemos decir que son ¿con o «sin orden ni concierto»?
Pensémoslo por un momento. Seguro que si lo pensamos de verdad, de muchas de esas reuniones salimos con sensación muy contraria a si hiciéramos reuniones con orden y concierto.
Reuniones de equipo sin orden ni concierto
¿A qué nos suena reunión con orden y concierto?, a mí me sugiere una reunión rápida, ligera, concreta, eficaz, activa, motivadora, etc. En resumen, una reunión en la que ha quedado claro el qué, para qué, porqué y quién. Y qué si por el contrario no hay orden y concierto, será una reunión desmotivante, ineficaz, que generará confusión, sin sentido, se divaga, poco concreta… con la consecuencia de generar tareas huérfanas, objetivos incumplidos y un equipo desmotivado; también reuniones eternas, y todos y todas sabemos cuánto de valioso es el tiempo de cada uno.
Muchas preguntas podríamos hacernos, pues se trata de un tema amplio, y que podremos profundizar en posteriores artículos…
Lo más importante es reflexionar sobre el concepto que tenemos de esta acción: “hacer una reunión de equipo”, y de lo que engloba esta palabra tan vulgarizada, en ocasiones, y que hace que perdamos el valor y el sentido que tiene en sí mismo, “hacer una reunión”.
Pensémoslo bien, las reuniones de equipos de trabajo deben de ser algo muy fundamental en nuestras empresas, de lo contrario ¿para qué tantas? o ¿por qué tan pocas?, ¿qué supone una reunión en nuestra empresa? ¿y para nuestro cumplimiento de objetivos y tareas?
En general, se hacen reuniones porque se sabe, se considera, se intuye, que es un instrumento necesario y fundamental en la vida de la empresa, y no caemos en la cuenta que como instrumento hay que conocerlo, afinarlo y cuidarlo como lo que es, un instrumento de trabajo.
A menudo, la excusa “tiempo” se antepone y no tenemos ese tiempo para pensar en el tipo de reuniones de equipo que hacemos, y así una y otra vez acudimos a reuniones sin orden ni concierto. Sin valorar el tiempo que se pierde en ellas y las consecuencias que hemos comentado que conlleva en rendimiento de la empresa, en motivación, en pérdida de creatividad del personal, en confusión de roles, en pérdida de energías, en seguridad y ausencia de compromisos realmente productivos para la empresa.
Ojalá sirva para empezar a pensar, antes de querer poner orden, ¡suerte en la tarea!
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