En el mundo del conflicto comunitario, el imaginario juega un papel importante, ante el ruido incomprensible de ese vecino o vecina que por ejemplo: mueve muebles a cualquier hora del día sin sentido aparente, el que tras su jornada laboral en hostelería se ducha de madrugada al llegar a su lecho, el ruido en casas de esos abuelos que reciben a los nietos y hacen de su pasillo la autopista hacia el cielo, el ruido del que aparentemente ha montado un taller de manualidades en su domicilio, ruidos de pelotitas que lanza el vecino para motivar a su perro… y mil y una situaciones más que generan molestias y situaciones incomprensibles para la persona que está al otro lado de la pared o del suelo.
Los problemas por ruidos vecinos
Es en ese momento, en el que el que genera ruido, no es consciente de lo que genera en el vecino de al lado que fantasea con descansar tranquilo y sin tensión.
Solo gracias al diálogo podemos entender realmente qué motiva a las personas, tanto de un lado como del otro de la pared, a actuar de una manera o de otra, ante el ruido en este caso.
Y entonces llega el nuevo vecino con su piano. ¡Oh! Suena bien, pero no todo el mundo lo escucha igual, y al vecino de al lado parecen no motivarle estas sesiones de orquesta de la familia vecina.
Empiezan los golpes de pared a pared para que se callen y el joven pianista, ante “no querer molestar”, busca soluciones. Se compra un órgano para poder tocar con auriculares, aún sabiendo que no es lo mismo, se queda más rato en el conservatorio, pero esta solución no es sostenible todos los días…
El joven empieza a no querer tocar ante la incomodidad que percibe del vecino.
Hablamos con el vecino del otro lado de la pared, en busca de explicaciones que motivan su conducta. Le preguntamos sobre lo que le ocurre con el vecino del piano, cuál es la molestia concreta, qué soluciones considera oportunas, etc. Pero hay una pregunta clave que le hace contar la historia, y es:
«¿tienes alguna relación con el mundo de la música?»
En ese momento el hombre jubilado nos cuenta que su mujer era profesora de música y tocaba el piano y hacía 3 años que había fallecido. Vive solo, y el vacío que hay de su mujer, el piano más allá de llenarlo, lo empeora.
En este caso, se llegaron a acuerdos en los horarios para poder tocar el piano por el joven y que el vecino pudiera o salir de casa para no escucharlo o, poco a poco, ir aceptando al vecino pianista cuya carrera, como la de su mujer, está por construir.
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