Dice la Real Academia Española de la lengua que Mediar es Interceder o intervenir en un asunto entre varias personas, para ponerlas de acuerdo.
La verdad es que no es una definición que acabe de gustarnos, pues al leerla, parece que la acción principal recae sobre la persona mediadora, siendo ésta la que debe poner de acuerdo a las partes.
Si así fuera, estaríamos dejando de lado una parte importante de la filosofía de la mediación tal y como nosotras la entendemos: la responsabilidad de las partes sobre su propia situación de conflicto.
Si nuestro único objetivo fuera intervenir para poner a las partes de acuerdo, ¿dónde queda ese espacio en el que la persona mediadora legitima a las partes?, ¿dónde queda ese espacio de la mediación en el que las partes, más allá del propio acuerdo, encuentran un lugar para el desarrollo de la empatía o para el reconocimiento?
Es cierto que cada mediación es diferente, pero creemos que, en muchas situaciones de conflicto, el proceso está por encima del resultado. El resultado (sea un acuerdo o no) deriva de un proceso en el que las partes han podido escucharse, entenderse, explicarse…
Aunque pueda parecer fácil, no lo es. Son muchas emociones, hay mucha historia detrás de cada conflicto y en ocasiones, mucho dolor.
Mediar requiere práctica
Quienes nos hemos formado en mediación sabemos que, más allá de la teoría, mediar requiere práctica, requiere técnica y, sobre todo, requiere una reflexión personal continua de la persona mediadora.
Somos ciegos y ciegas en la acción, nos cuesta vernos a nosotras mismas, por eso creemos que es importante buscar espacios en los que otras personas puedan hacernos de espejo, en los que otras personas nos ayuden a tomar consciencia de cómo mediamos, de cómo abordamos las emociones en conflicto.
Conocer nuestras escenas temidas, nuestras potencialidades, vernos reflejadas en otras personas… todo eso es lo que buscamos en una formación que tiene por objetivo ofrecer, a quienes ya se han formado o se dedican a esto, un espacio de reflexión profunda.
Practicando Mediación no es una formación al uso, es un vivero de ideas, un laboratorio de construcción y de entrenamiento que pretende sumergirnos durante cuatro días en las profundidades de la mediación.
¿Te atreves?
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