Certeza, de cierto.

1. f. Conocimiento seguro y claro de algo.
2. f. Firme adhesión de la mente a algo conocible, sin temor de errar.

Tal y como afirma la RAE, certeza es el conocimiento claro y seguro de algo.

Quien tiene una certeza, cree firmemente estar en posesión de la verdad y le lleva a defenderla por encima de cualquier otra idea.

Suena bien. Las certezas dan seguridad y nos permiten mantener y defender una idea, lo que en muchas ocasiones es algo positivo, pero ¿qué pasa en casos de conflicto?

¿Qué papel juega la certeza en la escalada del conflicto?

A pesar de que la certeza nos haga pensar que estamos en lo correcto, la realidad es que la certeza es en muchas ocasiones sólo una creencia. Puede que tengamos la certeza de que alguien ha hecho algo con mala intención, o podemos tener la certeza de que alguien no asistirá a una reunión, o de que mi relación con alguien no funcionará…

La certeza es una conclusión que sacamos fruto de percepciones, selección de información o atribuciones que hacemos de las acciones de las personas. Como sabemos, y al contrario de lo que muchas veces pensamos, estos procesos son mucho menos “correctos” de lo que pensamos y están sometidos a lo que conocemos como “sesgos cognitivos” .

Cuando tienes una certeza:

• No cabe en tu cabeza la idea de que exista otra posibilidad.
• Puedes pensar que si la otra persona no la comparte, es sólo por llevarte la contraria.
• Dificulta la posibilidad de avance o de acuerdo en un conflicto y te mantiene en actitud de “debo demostrar que tengo razón”.
• Difícilmente cambiarás de opinión
• Intentas convencer al otro, con lo que su nivel de enfado aumentará, ¡y el tuyo también!

Cuando tienes un conflicto, verás que cada persona funciona desde su propia certeza, desde su particular visión del mundo, cerrando muchas veces la opción a observar nuevas posibilidades.

El choque de certezas genera malestar y escalada del conflicto.

¿Cómo podemos gestionar ese “choque” de certezas?

En estos casos, entendemos que nos toca hacer una transición.

Si colocamos la certeza en un polo, colocaríamos en el polo opuesto la ignorancia o el desconocimiento. No pretendemos colocarnos ahí, así que nos toca buscar un punto medio, un punto que abra opciones y que nos coloque en una posición más abierta.

Es entonces donde aparece la duda.

Aunque en ocasiones podamos vincular duda con vulnerabilidad, falta de seguridad o incertidumbre, creemos que posicionarnos en la duda puede abrir la posibilidad a un montón de nuevas opciones, a la búsqueda de acuerdo o al descubrimiento de nuevas ideas que no habíamos visto hasta entonces.

Por eso te animamos a dudar, a dudar de tus certezas.

¿Te animas?