En este siglo por primera vez en la historia, la población de habitantes urbanos ha superado el número de la población rural. En 2020 aproximadamente el 55% de la población del planeta vive en ciudades. Ciudades cada vez más conectadas y tecnológicas que se enfrentan a retos jamás conocidos: cambio climático, irrupción de la inteligencia artificial, cambios en el mercado laboral, extrema polarización social, envejecimiento, crisis de los sistemas democráticos, movimientos emergentes, etc.
Y sin embargo, la ciudad sigue siendo el epicentro de las funciones económicas, políticas, sociales y culturales. Sigue siendo fundamentalmente un espacio de encuentro, de relación y en el que millones de personas en todo el mundo se realizan personalmente, viven y conviven con los otros y las otras, entendiendo por convivencia:
“el establecimiento de relaciones armónicas basadas en la aceptación del pluralismo y la diversidad social, cultivando el diálogo como forma de resolver los conflictos y como una construcción activa, intencionada, sistemática en la que todos y todas participen”.
(Muñoz y Ramos, 2009)
La convivencia requiere acción, apuestas y estructuras
Cuando esta convivencia se quiebra o simplemente se daña, las repercusiones no quedan en la esfera privada, impacta de forma creciente en el ámbito comunitario, en los modelos de ciudad que construimos y en el afrontamiento de esas dificultades, se apuesta por sociedades más panoptizadas o por entornos más integradores.
La convivencia en las ciudades requiere acción, apuestas y estructuras, y dado que los ayuntamientos son las instituciones más cercanas es a éstos a quienes compete generar los recursos y estructuras que garanticen el cumplimiento de estos objetivos que además vienen establecidos incluso desde instituciones supranacionales.
Si atendemos a las agendas internacionales concretamente los Objetivos de Desarrollo Sostenible, de la agenda 2030, el objetivo 11 dice:
“Lograr que las ciudades sean más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles y entre sus metas se encuentra el acceso a vivienda, la mejora de “barrios marginales”, gestión participativa de las ciudades, accesibilidad, inclusión etc…”
Para lo que se ha de trabajar de forma activa, directa y coordinadada.
La ciudad ha cumplido un papel históricamente ligado al progreso de las personas y de la sociedad y deben seguir cumpliendo este papel desde la óptica de la inclusión, la seguridad, la resiliencia y la sostenibilidad.
El día 31 de octubre es el día mundial de las ciudades, ¡construyamos ciudades para todas!
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