La confianza es un elemento básico en la construcción de relaciones adecuadas. Se deteriora e incluso se pierde cuando el conflicto se instala. Es necesario ir ganando cuotas de confianza para ir desescalando la tensión.
A pesar de ser una necesidad poco cuestionable y ser un concepto ampliamente estudiado, no ha habido un consenso en cuanto a su definición. Se utilizan diversas miradas. Hay autores que entendiendo que la confianza es una predisposición del carácter de la persona que confía Kramer (1999). Hay quién aboga por considerarla una cualidad que tienen aquellos o aquéllas a quienes se les tiene confianza. También es definida como una creencia compartida por un grupo (Gill, Boies, Finegan & McNally, 2005; Lane & Bachmann, 2000).
Componentes cognitivos y afectivos de la confianza
Aunque no exista una definición única, lo que sí se puede afirmar es que presenta dos tipos de componentes, cognitivos y afectivos (Morrow, Hansen & Pearson, 2004). Las investigaciones se han centrado en los aspectos cognitivos, lo que ha hecho cometer errores conceptuales y considerar que se puede adquirir únicamente desde el plano racional, olvidando el vínculo emocional necesario entre las personas para que pueda darse. Es esencial ese vínculo para reducir la tensión y crear entornos adecuados, entendiendo como planteó Elliot Jaques (1996, 15):
Que la gente no tiene que amarse, y ni siquiera gustarse, para poder trabajar junta de manera efectiva. Pero para poder hacerlo sí tiene que ser capaz de confiar en los otros.
No hay duda que la confianza es una fuente importante de capital social en los sistemas sociales (Fukuyama, 1995; Kramer, 2003; O’Neill, 2002). Perder la confianza en alguien significa perder una predisposición favorable o con expectativas positivas hacia mensajes, acciones o decisiones posteriores” (Lewicki, McAllister y Bies, 1998, p. 439).
En nuestra sociedad donde prima el modelo individualista, autoprotector y poco empático, donde como manifiesta Carlin (1999):
Hemos llegado a la paradoja de tener edificios más altos pero temperamentos más cortos. Más títulos pero menos sentido común; más conocimientos pero menos juicio Hemos llegado hasta la luna y regresado pero tenemos problemas para cruzar la calle y conocer al nuevo vecino.
La confianza constituye un factor central que favorece el éxito y supervivencia a largo plazo de las organizaciones y las comunidades (Mishra, 1996, 282). Es por esto que la confianza es un factor clave que no podemos olvidar y del que no podemos prescindir en el proceso de gestión de conflictos.
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