Partimos de la base de que las personas, como seres sociales, buscamos (o deberíamos buscar) avanzar hacia estados de convivencia pacífica.
La convivencia requiere de una ética, de unos valores, unos principios universales compartidos que nos sirven para marcar unas reglas del juego básicas e incuestionables. Además, existen otros valores éticos que pueden ser personales o compartidos. En este sentido, la mediación, como proceso y como profesión, posee unos principios fundamentales.
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