Vivimos en una sociedad de bienestar que se encuentra en la búsqueda continua de lo que llamamos felicidad. Una sociedad incansable en la búsqueda de la optimización, o de lo que se conoce como “la mejor versión de ti mismo/a”. Pero, ¿y si esa búsqueda incansable estuviese provocando el efecto no deseado?, ¿y si esos niveles de exigencia no hiciesen más que hacernos sentir incapaces de conseguir esa supuesta perfección que se nos vende?
En el ámbito de la gestión de conflictos observamos cada vez más cómo la búsqueda de la felicidad se convierte en una trampa dentro de la cual, cualquiera que piense, siente o actúe diferente a mí, puede ser visto como un enemigo que dificulte mi camino a la felicidad. Corremos el riesgo de que cualquiera que no nos haga felices acabe llamándose “persona tóxica”.
Hola malestar
Una visión dentro de la cual los conflictos escalan rápidamente.
Nos cuesta asumir y reconocer ciertos niveles de malestar como parte de un camino largo en el que habrá momentos mejores y momento peores. Es por ello que creemos que debemos caminar hacia nuevos modelos, modelos más basados en el bienestar y en la aceptación de la diferencia. Modelos que abran la puerta incluso a cierto malestar cotidiano, un malestar que puede ser resuelto a través del diálogo y la búsqueda de acuerdos.
En este vídeo, vemos cómo Edgar Cabanas, autor del libro Happycracia, hace una crítica a la industria de la felicidad y todo aquello que le rodea.
Y tú, ¿cómo lo ves? ¡Nos encanta leerte!
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