Los animales han estado siempre muy presentes en la historia de los seres humanos. Hasta nuestros días, la relación con nuestras mascotas ha ido evolucionando de manera que actualmente ocupan, para algunas familias, un lugar fundamental en la estructura familiar. Pero ¿puede afectar la tenencia de animales en comunidades vecinales en la convivencia?
El origen de la domesticación de ciertos animales se establecen el periodo Mesolítico, entorno al 9000 a. C. al inicio con un objetivo alimentario y después como ayuda para tareas del día a día como la caza o la preservación de alimentos. El primer animal a domesticar fue el perro. Por otro lado, un estudio de ADN felino a gran escala revela que los gatos fueron domesticados en Egipto y el Cercano Oriente en el 3500 a.C. Aunque los perros y gatos son las mascotas más comunes cada vez nos encontramos con más diversidad en los animales que consideramos mascotas.
La Asociación Médica Veterinaria Estadunidense calcula que el 85% de los dueños de perros y el 76% de los dueños de gatos consideran a sus mascotas como miembros familiares. Según el Estudio de Censos realizado por ANFAAC y Veterindustria, en 2021 existían alrededor de 29 millones de mascotas, 9,3 millones serían perros, 5,8 gatos, 7,8 peces, 5 pájaros, 1,4 reptiles y 1,5 pequeños mamíferos. El porcentaje de animales domésticos en los hogares del Estado ha aumentado, siendo un 40% los que conviven con un animal. En el momento del informe, en ciudades como Madrid, Barcelona o Bilbao el número de perros incluso superaba al de niñas y niños de 0 a 9 años.
Los animales en las comunidades vecinales
Son numerosos los beneficios de los animales de compañía para el ser humano: apoyo emocional, ayudan a combatir la soledad, alivian la depresión y el estrés, disminuyen el riesgo de enfermedades cardiovasculares entre otras.
Esta nueva realidad ha conllevado una nueva estructura familiar y por ende una nueva forma relacional entre los mismos, las cuales pueden afectar en la convivencia comunitaria. El 7,3% de las personas que acuden al servicio de mediación lo hacen por una situación relacionada con animales. Los motivos pueden ser diversos, basados en casos atendidos en los servicios de mediación en los que trabajamos, por ejemplo:
- Ruidos: las quejas derivadas por ruidos suelen ser dirigidas a los ladridos y/o maullidos, ruidos de pisadas en horas nocturnas o el ruido que pueden generar los animales jugando con objetos dentro de la vivienda.
- Espacios comunes: en estos casos los solicitantes expresan inseguridad cuando los animales no van atados en la comunidad. Otro motivo son las defecaciones y micciones; cuando la personas propietaria del animal no limpia la suciedad generada por este.
- Suciedad: en referencia a la suciedad, las quejas radican en sacudir las camas de los animales dejando caer la suciedad en las viviendas de las demás personas de la comunidad.
Tras la evolución de nuestra relación con los animales, vemos como nos han reportado beneficios en muchos aspectos; aun así, hay que ser conscientes de que conlleva la responsabilidad educativa con nuestras mascotas. El servicio de mediación es un lugar adecuado para tratar este tipo de situaciones ya que las partes implicadas, mediante la vía dialogada, van a poder encontrar un espacio donde exponer sus necesidades.
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