La comunicación está de moda. Todo el mundo habla de ella. Palabras como asertividad, que antes era cosa de unas pocas personas, hoy han pasado a estar en el centro de nuestro día a día. Ya no nos sorprende escuchar a un niño o a una niña decirnos “no estás siendo asertiva” o “no estás siendo asertivo”.
Nos quejamos cuando alguien se comunica de forma inadecuada, y detectamos fácilmente a aquellas personas que se comunican de forma agresiva. Claro que, como en otros temas, en esto de la comunicación a veces ocurre lo que suele ocurrir cuando algo se pone de moda, que no sabemos muy bien qué hay detrás de esas palabras.
Hoy te invitamos a reflexionar sobre los estilos de relación, pues la forma en la que nos relacionamos es la forma en la que nos comunicamos.
¡Ahí vamos!
Estilos de comunicación en el conflicto
Cuando hablamos de estilos de relación, se diferencian 4 estilos principales: el estilo agresivo, el pasivo, el pasivo-agresivo y el asertivo.
Lógicamente, estos estilos de relación están condicionados por muchos factores, como pueden ser el contexto, la relación o las vivencias anteriores. Probablemente ante una misma situación, nuestra respuesta no sea la misma frente un grupo de personas que no conocemos o frente a nuestra pareja. Del mismo modo, nuestro estado emocional o físico influye en la manera en la que afrontamos una misma situación en diferentes momentos (las probabilidades de que responda de una forma asertiva tras dormir 4 horas y tener un mal día, son menores que si he dormido 8 horas y he tenido un día tranquilo).
Por todo ello, podríamos decir que todas las personas transitamos por los cuatro estilos en función del momento. No obstante, en general, debemos reconocer que prevalece un estilo con el que nos sentimos más identificados e identificadas.
Veamos ahora, a través de un ejemplo, cómo podemos responder de diferentes maneras a una misma situación.
Un compañero de trabajo tiene fama de hacer comentarios desafortunados sobre el resto. Has oído varias veces a compañeros y compañeras hablar sobre ello, pero nunca has hablado con él. Un día al salir de una reunión, se acerca a ti y te dice: “Menuda reunión… ¡qué sufrimiento verte intervenir!”
Te molesta mucho que te haya dicho eso, era una reunión muy importante para ti y eres consciente de que no ha sido tu mejor día, pero te sientes dolida por el tono y las palabras de este compañero.
¿Cómo respondo ante esta situación?
Estilo agresivo
“Tú de qué vas, ¿quién te crees que eres para estar siempre metiéndote con todo el mundo? Déjame en paz.” Y te vas dejándole con la palabra en la boca.
Esta respuesta sería propia de un estilo agresivo: mis necesidades e intereses prevalecen sobre las necesidades e intereses del otro.
Estilo pasivo
A pesar de tu malestar, evitas hacer frente a la situación y te vas en silencio. En el fondo sabes que no has estado bien y aunque crees que ha sido feo por su parte, no quieres tener un conflicto.
Nos encontramos aquí ante un estilo pasivo: las necesidades e intereses del otro prevalecen sobre mis propias necesidades e intereses.
Estilo pasivo-agresivo
No te ha hecho ninguna gracia lo que te acaba de decir, pero haces como que no le has oído y te vas. Al día siguiente, compartes con tus compañeros/as lo mal que se portó contigo y lo desagradable que te parece esta persona. Ahora entiendes a lo que se referían cuando hablaban de él y no desaprovechas la oportunidad para expresarlo.
Estilo pasivo-agresivo: no reivindico mis necesidades e intereses, pero tampoco dejo que la otra persona satisfaga las suyas.
Estilo asertivo
“¿A qué te refieres?” (Estás realmente ofendida por el tono, pero no tienes claro qué es lo que quiere decir).
“Pues que he visto que lo estabas pasando mal, a mí me pasó lo mismo hace un mes… Esta gente siempre busca el fallo y no valoran todo el trabajo que hay detrás de lo que mostramos”.
- Estilo asertivo: tanto mis necesidades e intereses como las del otro son importantes. Doy valor al otro, pero sin renunciar a mí mismo/a por ello.
En los tres primeros estilos de comunicación, no hemos tenido la oportunidad de saber realmente lo que quería decir. Puede que sus palabras no fueran las más adecuadas en un inicio, pero hacemos una atribución negativa de su intencionalidad sin dar pie a contrastarlo. Condicionada por un prejuicio y un discurso adquirido por el grupo, refuerzo la idea de que esta persona es un bocazas y me quedo con el malestar.
Cabe destacar, que cuando hablamos de conflicto, el estilo pasivo-agresivo cobra una especial relevancia.
Mientras el estilo agresivo es más visible (mostramos nuestro enfado de una forma clara y el otro recibe un feedback directo, aunque no da pie al diálogo), el estilo pasivo hace que el conflicto quede “oculto”, puesto que provoca un malestar que no se evidencia abiertamente y puede generar un daño en nuestra autoimagen.
El estilo pasivo-agresivo en cambio, permite que mostremos nuestro malestar de una forma indirecta evitando el diálogo y la gestión de la situación. Esto hace que se perpetúe y que se inicien dinámicas de escalada del conflicto y en muchas ocasiones, de generación de grupos.
Os invitamos a reflexionar sobre esto y pensar en cuál es vuestro estilo, ¿en qué medida nuestro estilo sostiene las situaciones de conflicto? ¿En qué medida estamos favoreciendo que el conflicto escale actuando de una forma indirecta? ¿Cuánto nos dejamos llevar por los mensajes del grupo, haciendo nuestras las verdades de otros? ¿Soy consciente del impacto que mis respuestas tienen en el otro y en mí mismo/a?
Aquí os dejamos, ¡con mucho para pensar!
4 comments
Join the conversationCintia Caso - 10/06/2020
Hola ,conocer los estilos de comunicación me permitió poder reconocer mi estilo de comunicación y el contexto en el que me desenvuelvo.
Cintia Caso - 10/06/2020
Hola ,conocer los estilos de comunicación me permitió poder reconocer mi estilo de comunicación y el contexto en el que me desenvuelvo.
Me quedare con el ejercicio de ser cociente del impacto de mis respuestas en el otro.
Fundación Gizagune - 17/06/2020
Genial Cintia! Nos alegra que sea útil para ti.
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