Aprovechamos este espacio para hablar de uno de los ámbitos principales en los que trabajamos desde Fundación Gizagune. Portugalete, Amurrio y Basauri son algunos ejemplos de municipios en los que intervenimos buscando cambios que lleven a mejorar las relaciones, promocionando un nuevo modelo de convivencia. Nos referimos a los servicios de mediación comunitaria.
La forma en la que nuestras ciudades están estructuradas nos lleva a la gran mayoría de personas a vivir en comunidad, por tanto, no estamos solas y solos. Tenemos vecinos y vecinas, arriba, abajo, en la puerta de al lado, comercios, locales de hostelería o incluso lonjas de personas jóvenes. Así, los usos diversos que puede hacerse de los espacios, la variedad de personas diferentes, costumbres, manías, despistes, dificultades o malentendidos, pueden suponer una fuente de conflicto que es necesario manejar, aclarar y resolver, para evitar que estas dificultades escalen y se hagan más difíciles de gestionar, o incluso, lleven a las personas a sentir profundamente que, en su comunidad, “no hay quien viva”.
Entendiendo nuestra comunidad vecinal
Como miembros de una “comunidad vecinal” compartimos un bien común: el territorio que habitamos. Y el hecho de que éste nos pertenezca a todos y todas por igual, genera respecto de él, en efecto, la obligación y la necesidad de un cuidado que trascienda los intereses individuales.
Cierto es que gran parte de la cotidianeidad se haya sujeta a normas, leyes y reglamentos, aunque es cierto también que muchas de las dinámicas relacionales que se generan están fuera de la legislación, por responder a diferentes realidades y contextos.
El crecimiento de la complejidad social, junto a un nuevo modelo de ciudadanía en el que la tendencia relacional se invierte (establecemos relaciones con personas que viven a miles de kilómetros a través de internet, por ejemplo, pero podemos vivir sin saber nada de nuestro vecino o vecina de enfrente) requieren de nuevas vías para la gestión de conflictos.
Así, las comunidades requieren un consenso, entendido como un acuerdo alcanzado por personas con formas de pensar esencialmente distintas, como resultado de un proceso de negociaciones y de compromisos. (Bauman, 2003).
Estas vías deben recurrir al empoderamiento de la ciudadanía como responsable de la gestión de sus dificultades de convivencia, buscando la promoción de una ciudadanía activa y con capacidad para gestionar aquellos aspectos de relación comunitaria a los que la administración no puede llegar. Esta necesidad dota de sentido a la mediación comunitaria o vecinal, desde donde se pretende hacer un verdadero cambio a través de la plena participación de las personas interesadas, puesto que nuestra visión dicta que el desarrollo llega a través de la toma de conciencia de la situación en que se vive, de la necesidad de modificarla, de los derechos de la sociedad y los deberes para con los/las demás.
Mediación comunitaria para construir modelos de convivencia
Como mediadoras confiamos en la capacidad de las personas de definir un modelo de convivencia y responsabilizarse haciendo pequeños cambios para alcanzarlo, llegando a compromisos, dialogando, tomando parte activa de sus vidas. Por este motivo, las personas que trabajamos en mediación, no damos nada por hecho, al contrario, preguntamos, indagamos para conocer qué entienden las personas por convivencia, cómo sería para ellas una comunidad en la que uno/a sienta “aquí sí hay quien viva” y qué pueden hacer por construir un espacio así.
Preguntamos, por cómo les afecta el conflicto o la dificultad, qué han hecho y qué más puede hacer para resolverla o abordarla. No damos ni quitamos la razón a nadie, no dudamos del malestar que están sintiendo, ni le quitamos la importancia que para ellos/as tiene, puesto que consideramos que cada persona percibe una situación de una manera determinada y, por tanto, la sensación subjetiva que tienen respecto a una determinada situación es indudable. Sin embargo, desde la mediación damos un paso más y, tras la contención y la recogida de información de lo que las partes entienden y sienten del conflicto, facilitamos un espacio donde éste pueda ser abordable a través de la voluntad de las personas por llegar a acuerdos destinados a construir conjuntamente un nuevo modelo de convivencia que les lleve a funcionar mejor en comunidad.
Creemos firmemente que no debemos despojar del conflicto a aquellas personas a quienes les pertenece, por ello, nuestras actuaciones y los diálogos que facilitamos ofrecen a la ciudadanía la oportunidad de responsabilización, de crecimiento, de maduración, por tanto, de reparación y de reconciliación. Es desde esta óptica desde la que se entiende que la mediación comunitaria juega un papel fundamental en la gestión del conflicto vecinal.
Si te interesa este ámbito y te gustaría trabajar como profesional de la mediación consulta nuestro curso online de mediación comunitaria.
2 comments
Join the conversationceleste intriago fernández - 03/02/2018
Me gustaría inscribirme en este curso. Gracias
Fundación Gizagune - 05/02/2018
Hola Celeste, tienes toda la información del curso y el link de inscripción en el siguiente enlace: https://www.fundaciongizagune.net/formacion/curso-mediacion-comunitaria/
Cualquier duda que te tengas puedes contactar con nosotras a través de los diferentes medios que aparecen en el pie de esta página. Un saludo