Como ya contamos en otro post, el autoengaño es la herramienta interna que se activa para justificar un comportamiento nuestro a consecuencia de distorsionar la realidad en base a nuestras necesidades y motivaciones, sin tener en cuenta las de las otras personas.
En el anterior post, concluíamos diciendo que esto hace que la otra persona se sienta atacada y se defienda, generando en nosotros la misma reacción ante un “supuesto ataque”. Por lo tanto, ya tenemos la diana: a quién culpabilizar de nuestro malestar; así, sin caer en la cuenta de que se trata de una persona con sus necesidades.
De esta manera vamos generando más problemas que soluciones. En este proceso de autoengaño necesitamos sentirnos justificadas/os y necesitamos que los demás nos causen problemas.
“los demás son malísimos/as y yo buenísima/o”.
Pero, ¿y cómo rompemos este juego interno?
8 Pasos para dejar de autoengañarse
La primera labor sería darnos cuenta de que somos los principales actores de los problemas de los que nos quejamos, con nuestro propio comportamiento.
Realmente, ¿funciona echar la culpa a la otra persona? ¿Funciona estar tan pendiente de la otra persona, pensando que es él o ella quien tiene que cambiar y que es el problema?
En ese caso… sigamos autoengañándonos, dándole el poder de nuestra vida a la otra persona.
¡Ah! ¡Que no! ¡Que queremos liberarnos de estos pensamientos, y sentimientos!
Entonces habrá que aplicar nuestras habilidades y técnicas, para estar más atentos y atentas a la percepción que hacemos de las situaciones. Dejando de ver a la otra persona como la que tiene que cambiar, dejar de ver al otro o la otra como objeto. Debemos empezar a mirarle más como una persona con sus necesidades, motivaciones… como las tengo yo misma.
En resumidas cuentas, podemos hacer caso de las recomendaciones para salir del autoengaño que aparecen en el libro de La Caja de The Arbinger Institute:
- No debemos intentar ser perfectos/as, sino tratar de ser mejores.
- Centrémonos en la propia percepción y en cómo la distorsionamos.
- Hay que responsabilizarse de los actos propios.
- No acusemos a los demás de lo que hacen.
- Pedir disculpas siempre será positivo.
- No se autoengañe con su propio autoengaño. Es mejor pedir disculpas y seguir adelante, tratando de ser más útil para los demás en el futuro.
- Conviene no concentrarse en lo que hacen mal los demás.
- Debemos centrarnos más en lo que hacemos y en lo que queremos hacer.
¿Empezamos?
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