Blog

Gestión de conflictos, mediación y promoción de la convivencia

machismo-y-violencia-contra-la-mujer.jpg

El machismo como sustento de las violencias contra la mujer

A sólo dos días del 25N, designado por la Asamblea General de las Naciones Unidas, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, desde Fundación Gizagune queremos hablar de la problemática y razón principal que hay detrás de cada uno de los tipos de violencia de los que hablamos en el post del año pasado. Hablamos del machismo aún tan presente en nuestra sociedad y cultura, que sirve de base a los diferentes tipos de violencia directa, estructural y cultural.

Machismo y violencia contra la mujer

El machismo normalizado y normativizado

Claro está que tantísimos años de patriarcado no son gratuitos. El sustento de un sistema basado en la desigualdad, en el binarismo de géneros en el que se perciben unas claras estructuras de poder basadas en la dominación masculina vs la sumisión femenina, conforman un tipo de violencia estructural legitimada por una cultura machista. Así, el machismo está en todas partes, desde lo más sutil (micromachismos) hasta las manifestaciones más graves del mismo (asesinatos, violaciones, malos tratos…). De esta manera, es generalmente evidente lo que entendemos por violencia directa, sin embargo, en muchas ocasiones parece “normalizarse” (y, por tanto, normativizarse) cuestiones que no deberían resultarnos “normales”, puesto que, en muchas ocasiones, ya sea de forma explícita o sutil, siguen manteniendo o perpetuando la desigualdad y la violencia, a distintos niveles.

Podemos empezar nombrando la manera en la que, en parte, se sigue educando a niños y niñas. A pesar de haber avanzado mucho en este terreno, aún existe una cierta negación en la expresión de emociones de los chicos, sigue manteniéndose una identidad masculina por contraste (en la que ser hombre significa no ser mujer, bebé, ni homosexual) y, en parte, se sigue limitando el desarrollo emocional de los niños, permitiendo casi únicamente que expresen su emoción a través de la demostración de la fuerza o el enfado. Tenemos niñas cada vez más empoderadas, pero se mantienen aún hoy en día, muchos productos de consumo interesados en despertar un deseo en las niñas de ser princesas y anhelar el amor (aunque hoy por hoy, el repertorio de cuentos sea mayor y más diverso). Esto forma parte de una cultura, que aunque ha tenido cierta evolución, aún no ha cambiado lo suficiente y en numerables ocasiones mantiene y fomenta ideas poco sanas sobre el amor y las relaciones.

Así, año tras año, el número de mujeres asesinadas no disminuye, siendo 44 las mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas en lo que llevamos de 2017, a pesar de que muchas de ellas habían denunciado estas situaciones de maltrato y amenaza contra sus vidas. Parte de este mismo sistema es la cada vez mayor hipersexualización y cosificación de los cuerpos, especialmente de las mujeres, que crean una cultura de violación a veces difícil de detectar. Así, las violaciones, por ejemplo, serían una consecuencia directa de una ideología (cultura) de violencia de base, con unas estructuras basadas en la desigualdad.

Violencia institucional

A pesar ser tan patente la violencia directa, el mismo sistema previsto para proteger a estas mujeres, en muchas ocasiones, continúa siendo insuficiente y, en demasiados casos, nos encontramos que este sistema juzga o cuestiona a estas mujeres en lugar de otorgarles protección y seguridad. Esta violencia institucional, forma parte de las estructuras violentas de las que hablamos, de la violencia estructural presente en la cultura machista.

De esta manera, la forma de gestionar institucionalmente estas situaciones, en muchos casos, supone una manera de perpetuar la violencia y el machismo directo, estructural y cultural.

Ejemplo de estas estructuras de violencia marcados por la cultura y el sistema heteropatriarcal, es la manera en la que en demasiados casos se sigue cuestionando a la víctima, preguntando qué llevaba puesto, qué había bebido, pensando si algún gesto o palabra, o acto de la mujer, pudiera justificar la violencia de los hombres. Tal y como vemos, las violaciones o los asesinatos suponen la cara más extrema y violenta de otras muchas formas de violencia más sutiles, a veces incluso imperceptibles por estar normalizadas, pero que forman parte de una misma ideología y cultura basada en el machismo y la desigualdad.

De esta manera, la cultura y estructuras machistas legitiman que la violencia institucional siga muy presente. Ejemplos de ello aparecen en la última campaña destinada a concienciar acerca de la problemática de consumo de alcohol en menores en la que el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, relaciona el consumo de alcohol con el riesgo de volverse violentos en el caso de los chicos, y de ser violadas en el caso de las chicas. O la campaña lanzada por el mismo ministerio contra la violencia de género, en la que podemos observar una corona fúnebre en la puerta de una casa, relacionando claramente violencia con muerte (mensaje desesperanzador para aquellas mujeres que están sufriendo una situación de violencia de este tipo), con un cartel que dice “tus amigos y vecinos sienten no haber hecho nada”, en el que, además de emplear un lenguaje sexista, invisibilizando el papel de las mujeres, se busca culpabilizar en lugar de incluir e implicar a la sociedad con mensajes como por ejemplo, “tú también eres un agente social de cambio».

violencia estructural

Así, la desigualdad y el machismo pasan a formar parte de nuestra cultura de una manera profunda y a veces difícil de cuestionar. Sin embargo, somos nosotros y nosotras quienes hacemos la cultura, por eso somos responsables de tomar conciencia real del daño que este sistema genera y movilizarnos hacia el cambio.

En Fundación Gizagune, este sábado nos manifestaremos contra todas las violencias y en especial la machista y día a día, mantendremos esta lucha por un cambio real que acabe con el machismo, la desigualdad y la legitimación de las violencias. Así, no cesamos en la apuesta por cambios reales orientados hacia la construcción de una sociedad basada en el respeto, la tolerancia y el avance hacia la promoción de una convivencia pacífica y libre de violencias.

Fundación GizaguneEl machismo como sustento de las violencias contra la mujer
Share this post

2 comments

Join the conversation
  • Profr. Rosa Maria Molina Lira - 04/06/2018 reply

    me sirvió mucho su pagina los amoooooo

    Fundación Gizagune - 05/06/2018 reply

    Nos alegramos Rosa María, todas las del equipo te agradecemos tus palabras!

Join the conversation

Related Posts