La palabra curioso viene del latín curiosus, cuenta con el sufijo -osus que indica “lleno de” y de la raíz cura: cuidado, interés. Es decir, curiosidad es estar “lleno de cuidado o interés”.
Poco se sabe de la curiosidad, ¿qué es?, ¿cuando nace?, ¿qué beneficios nos reporta?, ¿qué podemos hacer para despertarla?
Entendemos que la curiosidad es una habilidad intrínseca de las personas. Aristóteles afirmaba que las personas tendemos a ver, a clasificar, a ubicar aquello que acontece a nuestro alrededor. Es la interacción constante con el entorno la que nos presenta el reto de conocer.
George Loewenstein de la Universidad Carnegie-Mellon en los años 90 afirmó que la curiosidad se despierta cuando la atención se focaliza en algo que desconocemos. Esos huecos de conocimiento generan una sensación de privación, algo que nos es negado. La curiosidad nace motivada por alcanzar un conocimiento que nos falta, con ánimo de satisfacer esa sensación de privación.
- Fortalece vínculos. El querer conocer parte del no saber, dándole la suficiente importancia como para invertir tiempo en dejarse sorprender por la otra persona o por lo otro. Javier Burón profesor de Psicología Social de la Universidad de Deusto, afirmaba que “las personas no podemos querer aquello que no conocemos”. Es por esto que el interés por lo desconocido es una muestra de amor. Entendiendo Amor como cuidado, tender un puente hacia algo que siento ajeno y con lo que me quiero conectar.
- Promueve la felicidad. En el ensayo por excelencia sobre Felicidad, Bertrand Russell (2003), expone qué nos hace a las personas felices: “Cuantas más cosas le interesen a un hombre, más oportunidades de felicidad tendrá, y menos expuesto estará a los caprichos del destino”. Una persona curiosa identifica sus intereses, cree en sí misma como ser capaz de satisfacer sus necesidades y muestra una actitud de apertura.
- Estimula el Aprendizaje. Aprender supone salir de la zona de confort, salir del medio conocido para dar un paso a la zona de desafío. La Doctora María Montessori aboga por generar espacios segurizados donde las personas tengamos la opción de experimentar el placer de descubrir ideas propias en lugar de recibir los conocimientos de las demás, colocando a las personas en un papel activo, responsabilizándose de aquello que ocurre.
Tenemos que entender la intervención social desde un modelo ecológico, en el que las personas formamos parte de un sistema en continuo movimiento. Generar espacios de descubrimiento y momentos de reflexión, siendo la curiosidad un valor a trabajar a través de preguntas, experimentos y retos.
Join the conversation