Partimos de la base de que las personas, como seres sociales, buscamos (o deberíamos buscar) avanzar hacia estados de convivencia pacífica.
La convivencia requiere de una ética, de unos valores, unos principios universales compartidos que nos sirven para marcar unas reglas del juego básicas e incuestionables. Además, existen otros valores éticos que pueden ser personales o compartidos. En este sentido, la mediación, como proceso y como profesión, posee unos principios fundamentales.
Principios Fundamentales de la mediación
- Respeto de las partes y de la persona mediadora.
- Confidencialidad.
- Voluntariedad.
- Compromiso.
- Confianza. Es muy importante generarla hacia el proceso y la persona mediadora.
- Cooperación.
- Responsabilidad.
- Equidad del mediador/a. Equilibrio en miradas, gestos, palabras, etc.
- No pre-juzgar.
- Gestión de emociones adecuada de las partes y la persona mediadora.
- Gestión del tiempo, orientado al avance de la mediación.
- Gestión pacífica de la situación.
- Buena fe de las partes y la persona mediadora.
- Protagonismo de las partes.
- Responsabilidad del/a mediador/a de gestionar el proceso. El resultado lo construyen las partes.
Es fundamental entender que la construcción de un resultado o una solución es responsabilidad de las partes, mientras que la responsabilidad de la persona mediadora es la de llevar el proceso correctamente.
Observamos cómo, en muchas ocasiones, se están dando respuestas jurídicas a temas personales y eso no crea satisfacción. Por ello, en mediación, los acuerdos que las partes construyan deben ser:
- Líbremente adoptados (voluntarios)
- Conscientes.
- Reflexionados.
- Informados.
También es esencial ser conscientes de que la persona mediadora influye en las partes sólo por el hecho de estar, ya que rompe la dinámica de éstas al entrar en el terreno de juego. Además, esta influencia se refleja en positivo, ya que ayuda a gestionar las emociones.
Resulta importante incluir las emociones dentro de lo que entendemos por mediación, pudiendo definirse como un proceso de comunicación destinado a unos objetivos perseguidos por las partes pero con unas interferencias: las emociones, que las alteran física y psicológicamente.
Las emociones son estrategias de respuesta ante lo que nos pasa, nos hacen actuar. En conflicto, las emociones escalan, se descontrolan y tienden a dominar el pensamiento, incluso de forma obsesiva. La persona mediadora trabaja potenciando la inteligencia emocional de las partes, actúa como catalizadora de lo que ocurre y lo que sienten las personas consiguiendo que las emociones les sean útiles. Para ello, la persona mediadora debe facilitar que las partes hablen tanto de lo que ocurre, como de lo que les molesta, siempre que lo hagan desde el respeto. Además, deben frenar y enfriar la escalada (si se produce) y, si sale algo positivo, recogerlo y utilizarlo para que las partes lo escuchen y lo legitimen.
Habilidades fundamentales de la persona mediadora
Hacer frente a situaciones de conflicto implica, por tanto, la necesidad de alimentar nuestra inteligencia emocional, la cual es definida por Daniel Goleman (1.995) como:
“La capacidad de comprender las emociones y conducirlas, de tal manera que podamos utilizarlas para guiar nuestra conducta y nuestros procesos de pensamiento, para producir mejores resultados”. Según Goleman se trata de “armonizar cabeza y corazón”.
En definitiva, las habilidades fundamentales que toda persona mediadora debe tener son:
ESCUCHA ACTIVA
Escuchar activamente consiste en concentrarse totalmente en la comunicación, en quién habla y qué dice, y transmitir lo escuchado y percibido para corroborar que se ha entendido.
Es fundamental rescatar la información implícita que hay en los discursos de las personas, sin quedarse prisionero sólo de lo explícito.
EMPATÍA
Ayuda a las personas que sintonicen emocionalmente y comprendan lo que la otra persona siente. Además facilita el “contagio emocional”, la “transferencia de estados de ánimo. Esta coordinación es la esencia de una de las herramientas más importantes del/a mediador/a, el rapport: se trata de la capacidad del/a profesional de crear sintonía entre las personas que van a comunicarse, sintonizar la misma frecuencia para establecer un clima de confianza y cooperación mutua mediante una escucha activa que permita coordinar a los interlocutores y evitar malos entendidos para mantener una comunicación sana.
ASERTIVIDAD
Permite expresar sentimientos, deseos, pensamientos u opiniones, positivos o negativos, en el momento oportuno, de forma eficaz y sin negar ni menospreciar los derechos de los y las demás. También permite (sobre todo a la persona mediadora) ir captando, gracias a la observación, los pequeños gestos que delatan el comportamiento de la otra persona y adaptar a esta la forma de actuar propia.
Se trata, en conclusión, de tres herramientas o habilidades fundamentales que pueden determinar el éxito o fracaso de un proceso dialogado. Y tú ¿posees las habilidades necesarias para trabajar en mediación?
6 comments
Join the conversationluis - 03/05/2016
Hola me gustaria recibir notas infomativas
Fundación Gizagune - 04/05/2016
Hola Luis, si quieres puedes inscribirte a nuestra newsletter en el pie de nuestra web o seguirnos a través de las redes sociales para mantenerte actualizado de nuestros últimos posts!
loles - 22/11/2018
si me interesa mucho para estudio y mi trabajo
Luis Hernando Velez - 21/01/2019
Gracias por sus aportes, me ayudan a ser mejor persona.
Fundación Gizagune - 23/01/2019
Gracias a ti por seguirnos, nos alegramos de que te resulten interesantes nuestros artículos.
THELMA ADRIANA VALERO PEREZ - 13/07/2020
Agradezco que nos permitan tener acceso a esta información tan completa y enfocada. Muchas gracias.
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